Un día como hoy, hace 30 años, ganaba la calle TIEMPO MILITAR, una experiencia editorial inédita destinada al gran público de todo el país con el propósito destinado a transmitir a la sociedad el quehacer cotidiano de sus servicios armados y de seguridad como parte indisoluble de la vida nacional.

No fueron -como tampoco lo son ahora-tiempos fáciles en una comunidad todavía influenciada por los traumantes efectos de una guerra traumática, como lo fue Malvinas y una parte de una historia contada interesadamente por sectores dinámicos y organizados e impulsados por intereses económicos e ideológicos apuntados a convertir en héroes a quienes intentaron subvertir la Nación, y en villanos a los hombres y mujeres que, siguiendo los mandatos constitucionales de una nación indefensa y al borde del desmembramiento lograron -a un costo de sangre y dolor - mantenerla en pie.

TIEMPO MILITAR fue el trabajo de tres civiles: Oscar Ramón Alfonso, Carlos Rosario Elizarán y Jorge Carlos Brinsek, quienes volcaron todo su entusiasmo a un proyecto que siempre tuvo por finalidad mostrar que no puede existir ninguna sociedad moderna y democrática sin sus Fuerzas Armadas altamente profesionalizadas y embuídas en un irrenunciable principio de servicio y de pleno acatamiento a la voluntad popular y sus autoridades legítimamente constituídas a través del voto popular.

En sus primeros años TIEMPO MILITAR llegó a miles de hogares argentinos -y un considerable número en el exterior - en un formato impreso a través de los quioscos 

de todo el país. Primero cada quince días y luego mensualmente. Pero la pandemia, que también hizo estragos en la industria editorial acabando con centenares de publicaciones especializadas, determinó el traspaso integralmente al sistema digital. Esto permitió, como contrapartida, tener un contacto aún más fluido con sus lectores.

Por esas cosas del destino, este aniversario encuentra ahora a la comunidad castrense envuelta en el debate sobre si debe involucrarse en la lucha armada contra el flagelo del narcotráfico. Ese debate jamás podrá darse si previamente no hay un gran acuerdo nacional que involucre a la totalidad de los tres poderes, fundamentalmente al Parlamento, toda vez que un gobierno puede durar cuatro años, y el siguiente enviar al cadalso a quienes cumplieron las ordenes que les fueron impartidas, y sus consecuencias. 

Otra vez no. Los políticos -salvo honrosas excepciones - tienen la innata capacidad de cambiar su plumaje según el tiempo y las circunstancias.

Los militares, como también los miembros de las fuerzas de Seguridad, no. 

Hay centenares de hombres recluidos en establecimientos penitenciarios o agonizando en sus domicilios, para recordarlo.

Otra vez no.