El Gobierno pagará 2,5 millones de euros por los aviones cazabombarderos, a los que sumará US$ 2 millones por los gastos de traslado, con la decisión de fortalecer la seguridad en la Cumbre del G-20, que se hará a fines del año próximo en la Argentina.

El ministro de Defensa, Oscar Aguad , zanjará la insólita disputa, que no es otra cosa que una pelea por la escasez, en momentos en que la Fuerza Aérea y la Armada atraviesan desde hace tiempo una crisis en su equipamiento militar.

En esta reyerta, los jefes de la Armada, almirante Marcelo Eduardo Hipólito Srur, y de la Fuerza Aérea, brigadier general Enrique Víctor Amrein, intentan sumar argumentos para quedarse con los aviones.

En la disputa sobresalen dos interpretaciones doctrinarias. Una indica que los medios aéreos se utilizan en la Fuerza Aérea con una función estratégica y sólo se justifican para la Armada como un medio complementario y de apoyo logístico a otras misiones. La otra doctrina defiende el concepto de poder naval integral, que permite a la Armada nutrirse de todos los medios posibles (submarinos, aéreos y de superficie) para sus operaciones navales. Ese criterio se aplicó, indican algunos, en la Guerra de Malvinas.

 

Argumentos

 

"Lo natural es que los aviones estén en la Fuerza Aérea y que todos los medios aéreos estén concentrados en un solo lugar", razonó con lógica un oficial aeronáutico.

La Armada, en tanto, pretende quedarse con los aviones que llegarán antes de fin de año desde Francia porque conserva, desde los tiempos de la Guerra de Malvinas, nueve unidades Super Étendard. Si bien no están operativos ni en condiciones de volar, se encuentran sometidos a un proceso de modernización.

"¿Para qué quiere la Armada sumar aviones si carece de portaaviones?", replican en la Fuerza Aérea, en una disputa que hasta ahora no pasó de lo retórico.

Cerca del ministro Aguad estiman que lo más probable es que los aviones sean destinados finalmente a una base aeronáutica, por razones de ejecución práctica. "Con el operativo de prevención de la seguridad del espacio aéreo durante el G-20, es mejor tener las unidades aéreas en una base cercana, como El Palomar, que en la Base Naval de Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca.

El manejo del Super Étendard no reviste grandes diferencias respecto de lo que requerían los Mirage, cuyas unidades fueron desprogramadas en la Argentina en 2015. Ambos, incluso, fueron diseñados por la compañía francesa Dassault, explicaron fuentes castrenses.

Como informó LA NACION, las unidades adquiridas ahora a Francia fueron construidas entre 1978 y 1982. Las negociaciones entre ambos países comprendían la entrega de motores, repuestos y un simulador de vuelo, entre otras piezas adicionales. Por eso se especulaba con que podrían sumarse a las aeronaves que ya tiene la Armada.

En fuentes aeronáuticas, en tanto, entienden que si la balanza se inclina finalmente por el destino naval, la Armada tendría una capacidad de aviones de combate del que la propia Fuerza Aérea carece.

 "Nosotros tenemos los cazabombarderos A4 AR, que pueden cumplir funciones operativas similares a los Super Étendard. Pero es muy probable que a fines de febrero queden fuera de servicio y desafectados, porque no hay una cadena de suministros y de repuestos", explicó una fuente aeronáutica.

Como muestra del deterioro del poderío aéreo, en los años 90 se incorporaron a la fuerza unas 35 aeronaves A4 AR, pero ahora, con mucho esfuerzo y las restricciones presupuestarias, en días excepcionales se llega a tener tres aviones en plataforma.

 El segundo articulo de La Nacion

Sin tomar directamente partido por la Armada o por la Fuerza Aérea, en la disputa por los cinco aviones Super Étendard modernizados adquiridos recientemente a Francia, fuentes castrenses dejaron trascender que en el plan de reestructuración militar en la que viene trabajando el ministro de Defensa, Oscar Aguad , "no habrá espacio para dos Fuerzas Aéreas". Eso implica, según pudo saber LA NACION, que en los hechos todas las unidades aéreas que hoy pertenecen al Ejército y a la Armada pasarían a actuar bajo la supervisión de las autoridades aeronáuticas.

La polémica surgió a raíz de conocerse la insólita pelea que se desencadenó entre la Armada y la Fuerza Aérea a partir de la compra de los cinco cazabombarderos franceses, por 12,5 millones de euros (más US$ 2 millones que demandará el traslado), con la finalidad de fortalecer las condiciones de seguridad del espacio aéreo durante la cumbre del G-20, prevista para fines del año próximo en la Argentina.

"El objetivo será la unificación de recursos", se le escuchó decir al ministro Aguad, quien analizó con sus colaboradores la situación planteada a raíz de la incorporación de las aeronaves francesas, indicaron fuentes castrenses a este diario. Mientras el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier general Enrique Víctor Amrein, dejó trascender que los aviones le corresponden a su fuerza por "razones lógicas y estratégicas", el titular de la Armada considera que corresponde que las nuevas incorporaciones se sumen a la aviación naval, dado que la fuerza ya cuenta con otros nueve Super Étendard, hoy desactivados y fuera de circulación, pero sometidos a procesos de modernización. A diferencia de lo que ocurría durante la Guerra de Malvinas, cuando se utilizaron dichas aeronaves, hoy la Marina no cuenta con portaaviones.

La intención de Aguad es aprovechar el plan de reestructuración, que podría estar listo antes de fin de año, para unificar recursos y evitar superposiciones de gastos y estructuras militares.

"No tiene sentido que exista más de una Fuerza Aérea o más de una Armada, aunque eso no implica que una determinada fuerza maneje todo", deslizó una fuente castrense. En ese sentido, el plan de Aguad, cuyos lineamientos generales aún permanecen en reserva, es fortalecer las funciones del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, que está llamado a coordinar las acciones operativas de las distintas fuerzas y que en los últimos años perdió protagonismo, a expensas de los jefes de cada arma.

"La disputa no tiene sentido. Todos tienen que trabajar en forma coordinada, sin sentirse desplazados", explicó una fuente castrense con acceso al ministro Aguad.

En rigor la posibilidad de que los aviones franceses se destinen finalmente a la Fuerza Aérea se robustece a partir de que operativamente, con vistas a la cumbre del G-20, sería más apropiado que estuvieran disponibles en una base aérea como la de El Palomar que en una más lejana como la de Puerto Belgrano.

La disputa entre la Armada y la Fuerza Aérea se da, particularmente, en un contexto en el que ambas fuerzas, al igual que el Ejército, enfrentan una crisis en su equipamiento militar.

Lo que no se explicó en los medios castrenses consultados por LA NACION es si la política de reestructuración y optimización de recursos se extenderá a la relación de las Fuerzas Armadas con las fuerzas de seguridad, como la Gendarmería y la Prefectura, que también tienen unidades aéreas y embarcaciones, que en algún sentido podrían superponerse con las acciones operativas de la Fuerza Aérea, del Ejército y la Armada.