Pero además, una guerra sin inteligencia porque por decisión presidencial se autodinamitó lo que había heredado como inteligencia del Estado nacional y que a su vez él mismo ayudó a construir como altísimo funcionario de gobiernos anteriores al suyo.

Si el Presidente no es un Don Quijote luchando contra los molinos de vientos, tal vez tiene información privilegiada como nadie en el planeta y tal vez sabe que detrás del virus hay alguien que ha desatado una guerra biológica. Pocas potencias militares pueden emplear este modo estratégico en una guerra.

Si esto fuera así, como experto en estos asuntos, destaco que lo más importante en una guerra no es solo ganarla, sino construir el escenario de posguerra que se quiere obtener cuando ella termina para satisfacer los intereses que se quieren alcanzar. Este escenario se construye. No deviene del azar. Aquí aparecen los daños colaterales aceptados, es decir aquellos que fueron considerados aceptables para lograr la victoria.

¿Cuáles son los intereses que el Presidente quiere satisfacer con esta guerra? ¿Cuáles son los daños colaterales aceptados? ¿Es una determinada cantidad de muertos? ¿Una determinada situación de la economía y sus finanzas? ¿Cómo sabremos si ganamos o perdimos? Las respuestas a estos interrogantes sólo pueden saberlas Alberto Fernández o tal vez también algún reducido grupo que lo secunda. Todos los demás sólo podemos hacer especulaciones y sufrir las consecuencias. Lo que sí estoy seguro es que en la guerra del Presidente no se muestra públicamente a expertos en hacer la guerra. En apariencia no hay teóricos de la guerra. Sólo médicos. Los generales de la Nación reparten guiso.

Pero es indudable que el escenario posguerra de esta guerra será difícil y muy duro. Los indicadores muestran que tal vez terminemos en una situación económica y social como quizás nunca antes. ¿Cuán devastado será el escenario? Nadie lo sabe, pero nuestra experiencia nos indica que en escenarios de esta naturaleza la derrota en una guerra llevada a cabo bajo el modo estratégico militar se llevó puesta la dictadura militar.

Sin guerra, pero con un escenario económico y social de extrema complejidad, hubo gobiernos que han dejado el poder anticipada o abruptamente, como en los casos de Raúl Alfonsín y Fernando de La Rúa dando lugar a nuevas bisagras en el camino político, tal como sucedió con Menem-Cavallo o con Duhalde-Remes Lenicov y Lavagna.

Coronavirus en Argentina: Alberto Fernández teme que una “chispa” dispare los contagios y quiere mantener un aislamiento rígido

Cabe preguntarse: ¿se puede obtener victoria en la guerra del Presidente? ¿Quién gana y quiénes pierden? ¿Está la elite política argentina preparada para el escenario posguerra que se está articulando bajo la responsabilidad del Presidente? O acaso, bajo el paraguas del COVID, ¿estamos en medio de otra guerra, en una revolución, sin darnos cuenta?

 

Ricardo Runza

 

Magister en Defensa Nacional

 

Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.