Sin embargo, otros temas se han sumado durante las últimas semanas, tremendamente sensibles para los integrantes de las Fuerzas Armadas, unos por dolorosos y de larga data, otros por lamentablemente sorprendentes.  

El 26 de agosto murió el Coronel Retirado Ramón Abel Recio, a los 69 años de edad. Cumplía prisión efectiva en la Unidad Penitenciaria de Campo de Mayo, y resultó infectado con COVID junto con otros. Los pedidos para que los presos de esta edad, desde el principio identificados sin discusión alguna como de más alto riesgo, fueran internados en sus domicilios al menos hasta que pasara la crisis fueron denegados. Es sabido que los Servicios Penitenciarios, tanto el Federal como los provinciales, no tienen estructura adecuada para septuagenarios y mayores, simplemente porque el promedio de edad de la población carcelaria nacional es mucho más bajo. Esto tiene relación directa con la capacidad de respuesta frente a emergencias de cualquier tipo con los internados y complejidad disponible para su correcta atención. Todos sabemos que el COVID- 19 pone en riesgo a personas de más de sesenta. El pedido de domiciliaria para civiles y militares privados de su libertad como consecuencia de lo ocurrido en la década del setenta no era una cuestión especulativa, sino una medida elemental de preservación de su vida. Si fue beneficiada con domiciliaria población carcelaria más joven, por qué no personas de setenta años.  

El mismo día, el ex Presidente Duhalde advirtió en un reportaje sobre la posibilidad de un golpe de estado, para avalar su argumento sobre la baja probabilidad de que se puedan llevar adelante las elecciones de medio término en 2021 en un contexto político anárquico como el actual, según su opinión.  

La repercusión de sus dichos fue enorme en los medios, dando lugar, de inmediato, a dos días completos de análisis sobre la posibilidad de un golpe militar, con elucubraciones de todo tipo sobre potencialidades, divisiones en las fuerzas, análisis de las eventuales reacciones por franjas etarias, etc.. Curioso, viniendo de alguien que fue indispensable en la caída del gobierno de De la Rúa y a quien la prensa y la dirigencia política trató, ex post, con gran consideración y prudencia sobre su responsabilidad en ese proceso. Más tarde vinieron las excusas, las de actores políticos que con forzada benevolencia disculparon los dichos del Dr Duhalde y de él mismo, tratando de restarle importancia a un supuesto fallido. 

Un día después, un periodista de manifiesta posición oficialista dedicó un eufórico monólogo a aquellos que combatieron en Malvinas, calificándolos, sin ningún distingo en particular de la peor manera en que se puede calificar a un soldado: cobardía o falta de coraje. No vale la pena abundar en el análisis de lo dicho, sus palabras han tenido suficiente difusión ya. 

Los últimos tres hechos descriptos y sus repercusiones, generan en cualquier persona que haya vestido un uniforme de la nación, cualquier cosa menos indiferencia y nos obligan a algunas reflexiones:  

Ninguno de ellos tiene su origen o fue provocado por actitud alguna de personal militar. Todas devienen de acciones u opiniones externas a las Fuerzas. 

00Demuestran una profunda e intencionada tergiversación sobre hechos del pasado y la realidad de las Fuerzas Armadas y del país. 

Denotan una manifiesta y provocativa falta de respeto institucional e individualmente, a aquellos que ya no forman parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, por caso, los Soldados Conscriptos que, en cumplimiento de la ley vigente, combatieron por la Nación o a los cuadros y civiles que ya no pertenecen orgánicamente a las mismas. 

Debemos pensar que es, al menos curiosamente llamativo que, en momentos en que se vive una situación delicada desde el punto de vista económico y social, en sólo unos pocos días se produzcan afirmaciones provocativas, falaces y perturbadoras, tan claras como fuertes en su contenido, referidas a situaciones que no se corresponden con ninguna realidad comprobable. 

Entre diversas opiniones, hemos podido escuchar las de aquellos que manifiestan que quienes cumplen condena por lo ocurrido en los setenta bien presos están, y no merecen ser beneficiarios de ninguna de las medidas de protección que establece la ley, como en este caso la prisión domiciliaria.  

Esos señores sobreviven en las condiciones que pueden y en silencio, mientras que aquellos que en las décadas de los sesenta y setenta, mucho antes de los hechos que llevaron a éstos a prisión, generaran los movimientos político-sediciosos que llevaron a la tragedia vivida a partir de 1970 viven en libertad, escribiendo libros y concediendo reportajes en los cuales justifican acciones terroristas que provocaron víctimas de toda procedencia y declaran que nunca lucharon por una república democrática ni por la Constitución Nacional, porque su modelo era el comunista leninista, trotzquista, maoista o el que fuera de su referencia, de moda en aquellos años de Guerra Fría. Lo han escrito y lo han repetido hasta el cansancio. Ellos mismos confiesan haber inventado el número 30.000 para lograr atención europea bajo la figura de genocidio, y de paso quedó la palabra. Esos combatientes e intelectuales de base que eligieron, también según sus declaraciones públicas, a las Fuerzas Armadas y de Seguridad como objetivos, para generar su reacción, hoy disfrutan de libertad plena y otros beneficios menos ideologizados, y los que tuvieron que combatirlos desde mucho tiempo antes del golpe de estado de 1976 no tienen derecho, ni siquiera, a atención médica.  

Con respecto a las declaraciones del Dr Duhalde: No existe la más mínima posibilidad. Los golpes militares no fueron exclusivamente militares, ni comenzaron en 1930. Empezaron en 1890, cuando el germen de la Unión Cívica Radical intentaba dividir al Ejército para derrocar al “régimen” gobernante. Cómo? Trabajando finamente sobre la supuesta división que existía entre los oficiales “hechos a sable” durante las guerras del siglo XIX y los supuestamente “más ilustrados”, egresados a partir de 1870 del Colegio Militar creado por Sarmiento. Esa división no se dio. Salvo excepciones, el Ejército se mantuvo unido. Es por eso que los conatos revolucionarios de fines del Siglo XIX y los de principios del Siglo XX no tuvieron éxito hasta que, en 1930 fue el propio Irigoyen quien sufre el golpe.  

Hoy, nuestros Oficiales y Suboficiales saben que los problemas políticos los resuelven los políticos, porque esa es su función social. Y no porque se hayan recibido de sus institutos de formación después de 1983. Es así, porque las fuerzas, como organizaciones que son, como construcciones humanas, han aprendido y seguirán aprendiendo. No hay Ejército viejo y nuevo, pre 83 y post 83. Eso no le serviría al país. La profesión militar es absolutamente vocacional, los valores del soldado sellan conductas, esas conductas esperables permiten evaluar actitudes. Todos estos aspectos no se regulan por fechas, o por distancias. Y el resultado beneficia a la Nación. Pocas instituciones de la Nación se han acercado tanto a su razón de ser durante las últimas décadas, como las Fuerzas Armadas. 

Y aquí vamos a los dichos sobre Malvinas y los que allí combatieron. Para aquel que no conoce la vida militar y ha leído autores nacionales y extranjeros hablando de la Guerra de Malvinas o de cualquier otro hecho bélico, es fácil confundir el análisis de contexto, político o militar y la crítica a decisiones estratégicas nacionales, con el desempeño de las Fuerzas durante el conflicto. Lo que no se sabe es que, dentro del ámbito de las Fuerzas, cualquier crítica puede ser aceptable o discutible sobre si el plan era realista, factible, bien formulado o no. Lo que nadie discute, porque somos militares y sabemos de esto, es la entrega, el coraje, la valentía y el desprendimiento que mostraron nuestras tropas en todas las dimensiones de análisis posibles. Todos aquellos que no pudimos cruzar, hubiésemos dado lo que no teníamos por estar en las islas. Nunca he escuchado a uno Oficial o Suboficial decir que él lo hubiera hecho mejor que los que cruzaron. La promoción del Colegio Militar -a la que perteece el Presidene del Foro de Generales Retirados- lleva el nombre de Oscar Augusto Silva, Subteniente en su primer año, muerto en combate luego de agotar su munición y saltar hacia adelante para proteger la vida de dos de sus soldados. Condecorado al Valor en Combate. Uno más de miles.  

Otra vez: Quién habla del coraje de nuestros soldados? El enemigo. “No Picnic” fue escrito poco después de la guerra por el Brigadier General Julian Thompson, comandante del componente terrestre inglés en Malvinas. Conviene leerlo. Después vinieron muchos más. Todos elogian la entrega de nuestros soldados. Nuestros “chicos de la guerra” crecieron, hoy son casi sesentones. Tienen hijos grandes y nietos, han sufrido y han conocido todos los estados, desde el provocar rechazo a comunes transeúntes por temor inducido, a ser aclamados en actos recordatorios. En 2017 el Ejército condecoró a las madres de los muertos en Malvinas, una forma de tributo, y seguirán otras, bien merecidas. Si no lo hace la sociedad, lo harán las Fuerzas Armadas. Hoy, ninguno es un “chico de la guerra”. Son soldados corajudos que dieron todo en condiciones totalmente adversas que por el sólo hecho de haber estado allí merecen admiración. Y por lo hecho en combate, más aún!! 

Como si todo lo relatado no fuese suficiente, el día 6 de septiembre, el Ejército Argentino publicó en su página oficial un recordatorio, a modo de homenaje al Teniente (Post Mortem) Rodolfo Berdina y al Soldado Conscripto Ismael Maldonado, muertos en combate en el año 1975. Durante ese día y el siguiente se pudieron leer y escuchar declaraciones de organismos e individuos, muchos de ellos funcionarios públicos, que manifestaron su rechazo al homenaje de las formas más diversas y, nuevamente tergiversando y entrelazando hechos y circunstancias en forma antojadiza y falaz. Uno de los funcionarios citados llegó a relacionar su crítica al homenaje con el recuerdo del golpe de estado de septiembre de 1930. 

El Subteniente Berdina y el Soldado Maldonado murieron en combate, vistiendo el uniforme del Ejército Argentino, frente a un enemigo declarado del Estado Nacional, en cumplimiento de un Decreto Presidencial de un gobierno electo y, por si no fuera suficiente, del mismo partido que el actual gobierno.   

En conclusión: Todo lo que puso a las Fuerzas Armadas en los medios durante los últimos días es externo a ellas. Los integrantes de las Fuerzas Armadas de la Nación conocen su historia, saben para que están, y pese a todas las limitaciones de todo tipo a las que se han visto sometidas durante las últimas décadas, han seguido adelante con la formación de sus hombres y mujeres generando organizaciones altamente vocacionales, cohesionadas, absolutamente respetuosas de las leyes y con entrega plena a sus conciudadanos. Para toda organización militar la historia es determinante, no podemos generar conflictos para ver qué aprendemos de ellos. La historia fundada, documentada, veraz, aquella que se aleja de los caprichos de la mente y se vuelve irrefutable por las pruebas. Parte de la historia es el derecho a honrar a los muertos, y mejor si murieron con gloria. Una vez más cito al reconocido y respetado historiador Luis Alberto Romero, quien afirma que “hace falta menos memoria y más historia” para comprender qué nos pasa. 

 Asumimos las luces y las sombras de nuestras historias individuales y las colectivas. Hemos dado prueba de ello. La tergiversación de los hechos del pasado sólo nos puede llevar hacia nuevos y más grandes errores.  

 

Teniente General (R) Diego Suñer 

General de Division (R) David Ubaldo Comini

General de Brigada (R) Luis Alberto Cloux

 

Foro de Generales Retirados