Por Brisa Bujakiewicz publicado por www.infobae.com

La historia de la reliquia expuesta en Buenos Aires revela pactos secretos, décadas de anonimato y la labor minuciosa de especialistas que permitieron rescatar y conservar uno de los mayores símbolos vinculados al proceso independentista argentino

El hallazgo se produjo en 1883 en la iglesia de Macha, donde fue escondida para protegerla de saqueos (Ministerio de Cultura de la Nación)

La bandera argentina más antigua que se conserva posee una historia de más de doscientos años. Esta reliquia forma parte del patrimonio del Museo Histórico Nacional, que se ubica en la Ciudad de Buenos Aires. La pieza habría sido utilizada por Manuel Belgrano durante la campaña del Alto Perú, en los primeros años del siglo XIX. Los estudios de diversos historiadores así lo indicaron, aunque algunos episodios aún no presentan confirmación absoluta.

Según los registros históricos del Museo Histórico Nacional, la bandera arribó al actual territorio de Bolivia junto al ejército de Manuel Belgrano poco antes de la batalla de Vilcapugio, acontecida en la última semana de septiembre de 1813.

Después de ese enfrentamiento, Belgrano estableció su cuartel en Titiri, una localidad próxima a Macha, donde permaneció de forma temporal. En ese contexto, el líder independentista llegó a un acuerdo con el cura Juan de Dios Aranívar para ocultar dos banderas, con el objetivo de resguardarlas de los ejércitos enemigos.

La decisión de esconder las banderas respondió a la necesidad de preservar los símbolos patrios ante la posibilidad de saqueos o destrucción. El hecho no trascendió y, con el paso del tiempo, las banderas permanecieron en el anonimato, escondidas detrás de cuadros de Santa Teresa en la iglesia de Macha. Durante casi siete décadas, nadie tuvo conocimiento de la ubicación exacta de estas piezas.

La pieza, atribuida a Manuel Belgrano, se conserva hoy en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires (Ministerio de Cultura de la Nación)

Sin embargo, la situación cambió de manera abrupta en 1883. Ese año, el padre Martín Castro, sacerdote de la localidad de Macha, decidió retirar el marco de dos cuadros dentro del templo. Allí se produjo el hallazgo de las banderas, ocultas por Manuel Belgrano y el cura Aranívar varias décadas antes. De acuerdo a la página oficial de Presidencia de la Nación, la sorpresa fue grande: encontraron una bandera argentina con dos franjas celestes horizontales y una franja blanca central, además de otros ejemplares contemporáneos, pero con los colores invertidos.

El tamaño de las banderas, que supera los dos metros de longitud, permitió a los especialistas concluir que se trataba de banderas de artillería o de puntos de reunión del ejército, ya que las banderas de batalla solían exhibir dimensiones menores. A partir del descubrimiento, las autoridades impulsaron gestiones para su traslado a la Argentina.

El procedimiento concluyó en 1896, cuando una de las banderas llegó a Buenos Aires e ingresó a la flamante colección del Museo Histórico Nacional. La otra bandera encontrada quedó en Bolivia y actualmente se expone en el Museo Casa de la Libertad de Sucre. Este hecho resalta el valor simbólico e histórico compartido por ambos países durante el proceso de independencia.

Al poco tiempo de su arribo, la bandera argentina más antigua fue expuesta al público general. Sin embargo, el desconocimiento sobre la conservación de textiles antiguos produjo daños significativos.

Según la página de Presidencia de la Nación, el contacto con factores ambientales, la iluminación inadecuada y la exposición a insectos provocaron deterioro estructural y cambios en los colores originales. La fragilidad del textil, el ataque de insectos y la alteración cromática general provocaron la necesidad de un tratamiento especializado.

Frente a este escenario, el Museo Histórico Nacional diseñó un plan integral de restauración y preservación. De acuerdo a información de la Secretaría de Cultura de la Nación, a partir de junio de 2007 hasta diciembre de 2009 se llevó adelante un trabajo que buscó estabilizar el textil. El enfoque incluyó criterios de intervención mínima y reversibilidad, uso de materiales apropiados y acciones para consolidar la estructura física y garantizar una correcta lectura estética.

El equipo de restauración, encabezado por Patricia Lissa y María Pía Tamborini, contó con la asistencia de alumnas de la Universidad del Museo Social Argentino. El proceso incluyó la remoción del marco, limpieza superficial, documentación fotográfica, separación y consolidación de cada una de las franjas y, por último, la unión de las piezas y montaje sobre un forro nuevo.

Un punto relevante del proceso fue la elección del color de la tela de soporte. El color celeste original de la bandera había virado al verde debido al paso del tiempo. El equipo optó por respetar el aspecto actual, siguiendo la teoría de Cesare Brandi sobre restauración: tanto la dimensión estética como la histórica deben reflejar la evolución del objeto. Así se rescató la identidad del textil y se preservó el testimonio de los años transcurridos.

Al culminar la consolidación, se reunieron las franjas, se protegió la bandera con un nuevo forro y se construyó una vitrina museológica para su exhibición.

Esta estructura especializada permite controlar la iluminación, humedad y temperatura, asegurando la mejor conservación posible. De acuerdo a la Presidencia de la Nación, la bandera fue devuelta a la exhibición pública durante los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo en el año 2010.

La bandera argentina más antigua que se conserva representa un patrimonio nacional de enorme valor histórico, cultural y emocional.

Su hallazgo en territorio boliviano, su rescate y su restauración dan cuenta del esfuerzo por mantener viva la memoria colectiva y proteger los símbolos fundacionales. El trabajo conjunto de especialistas, la implementación de técnicas adecuadas de conservación y la decisión de exhibir la bandera en condiciones seguras permiten que la sociedad argentina acceda al legado de los primeros años de vida independiente y a una pieza que ha superado el paso de los siglos.