La justicia los identificó como María Isabel Valoy y su esposo Diego Guagnini, que militaban bajo los seudónimos “Tina”  y “Lito” en Montoneros. Desaparecieron en junio de 1977 dejando un hijo de 18 meses, Emilio Guagnini Valoy, que su tío envió en guarda a la madre de su sobrina, que reside en Tucumán

  Para el juez Martínez de Giorgi los dichos del suboficial son "mecanismos de lenguaje destinados a la justificación de los crímenes aberrantes que funcionan aún hoy como eximentes de responsabilidad".

   Y agregó que el procesado "debía haber sabido, en su condición de familiar y miembro de las fuerzas armadas, de la atroz ilegalidad de la actuación del aparato militar".

    Para el magistrado es de suponer que tras las visitas a los centros clandestinos y al trabajo en la parroquia Valoy adquirirá "conciencia" y podrá "reflexionar" sobre aquellos sucesos por lo que podrá "colaborar en las pesquisas" y evitar "la comisión de nuevos delitos".