La sentencia dictada en la llamada ‘Causa ESMA’ es otra vuelta de tuerca al orden jurídico argentino y nuevo motivo de profunda pesadumbre para quienes hicimos del Derecho algo más que un medio de vida. Duele, en efecto, asistir otra vez a la violación flagrante no solamente de las leyes y la Constitución, sino de los fundamentos y principios que las sustentan y sin los cuales aquéllas son declamaciones huecas. Duele comprobar que esto ocurre por la decisión de hombres investidos del poder –no de la autoridad, claro – que tienen los jueces de la república. Duele ver que la Argentina ha elegido vivir según las leyes y procedimientos de los tiempos bárbaros: manda la fuerza bruta, se obedece a una minoría vociferante y mentirosa. Duele, en fin, ver en funcionamiento una vez más ese ‘derecho de dos velocidades’ que denunciamos dos años atrás y que no es otra cosa que un hipócrita sistema de dos pesas y dos medidas. En la Argentina de nuestros días, pues, el ordenamiento jurídico ha abdicado de su misión de instaurar el orden, para transformarse en sirviente de los ‘proyectos’ y ‘modelos’ pergeñados por el poder político. A esto que los sembradores de odio y los servidores de la mentira llaman ‘justicia’, le falta para ser tal el criterio de la verdad. Y ésta no puede ser reemplazada por los fallos de la Corte o los libros del señor Lorenzetti. La Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia hace oír su voz para manifestar su repudio y formular una advertencia: estemos prevenidos, porque no hay justicia en la Argentina. Y si no la hay, tampoco habrá paz.