República Argentina: 8:06:14pm

La cúpula vidriada del Pabellón del Centenario se distingue detrás de los andamios y la media sombra que cubren gran parte de su fachada. En la parte superior de la cúpula, la esfera vuelve a ser visible después de que se reinstalaran las esculturas femeninas que lo rodean. Desde la esquina de Bullrich y Cerviño, el edificio aparece rodeado por estructuras metálicas, pasarelas y chapas que delimitan el perímetro de la obra. La escena actual es la de un monumento en plena restauración, encapsulado tras décadas de abandono y deterioro.

El anuncio de la subasta del predio de casi 42.000 metros cuadrados en el que funciona el centro comercial Portal Palermo, con las sucursales de Jumbo y Easy, volvió a poner en primer plano al pabellón. La Agencia de Administración de Bienes del Estado informó que el remate se realizará el 6 de octubre con el objetivo de optimizar el uso de los activos públicos y generar ingresos fiscales para fortalecer las cuentas nacionales.

El valor base establecido es de 109.200 millones de pesos, equivalentes a más de 81 millones de dólares, según la tasación realizada en agosto por el Tribunal de Tasaciones de la Nación. La operación forma parte de un plan más amplio de venta de inmuebles del Estado considerados prescindibles.

Sin embargo, el Pabellón del Centenario, levantado en 1910 para los festejos de la Revolución de Mayo y declarado Monumento Histórico Nacional en 2010, no integra el polígono que será vendido. Así lo confirmaron tanto la AABE como la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, que establecieron pautas de preservación específicas para protegerlo.

El Ejército Argentino, en diálogo con LA NACION, sostuvo: “Se está trabajando en un proyecto que contempla la instalación de un centro de exposiciones del Ejército, un espacio de comunicación que refleje la identidad institucional”.

La historia reciente del edificio muestra con claridad el contraste entre el presente y el pasado inmediato. Durante años, la fachada permaneció descascarada, cubierta de humedad y con vegetación creciendo en sus bordes. En el interior, la falta de mantenimiento y el vandalismo habían dejado huellas profundas.

El 13 de marzo de 2024, LA NACION pudo ingresar al pabellón y encontró un panorama de abandono: paredes cubiertas de grafitis, restos de basura acumulados en los rincones, pisos vencidos y la estructura vidriada dañada.

El sitio, que había sido concebido como una de las joyas arquitectónicas de las celebraciones del Centenario, estaba convertido en un cascarón deteriorado. Fue recién después de la sentencia de la Corte Suprema de 2022 que Cencosud, la empresa concesionaria del predio desde 1994, se vio obligada a iniciar las obras de recuperación que durante casi tres décadas había postergado.

Seis meses después de aquella primera visita, en septiembre de 2024, el aspecto del pabellón había cambiado de manera notoria. La fachada estaba rodeada de andamios y cerrada con chapas metálicas, cubierta por redes de protección que ocultaban parcialmente los muros.

El edificio ya no mostraba la imagen de abandono, sino la de una obra en marcha. En ese momento se habían concluido los relevamientos históricos y los estudios estructurales, y la restauración había ingresado en su segunda etapa, enfocada en la adecuación patrimonial. Durante aquella visita, los arquitectos a cargo explicaron a LA NACION las dificultades que enfrentaban.

Jessica Pascual, gerenta de Obras de Cencosud, sostuvo entonces que la primera fase había sido crítica para entender cómo había cambiado el pabellón con el paso del tiempo y señaló que “fue un trabajo de documentación y análisis que permitió reconstruir su historia”.

Por su parte, el arquitecto Jorge Gazaneo, responsable técnico del proyecto, advirtió en ese momento que uno de los mayores problemas era la reposición de los vidrios originales: “El vidrio primitivo del edificio era un martelé con las dos caras con textura. Hoy no existe eso, entonces lo que se estaba haciendo era incorporar un vidrio de segunda forma”.

También había remarcado la complejidad de recuperar piezas ornamentales desaparecidas: “El globo y las figuras que eran el símbolo del pabellón se perdieron con el tiempo. Gracias a fotografías antiguas pudimos recrearlas con precisión”.

En enero de este año, aquellas esculturas femeninas del artista Julio Ricciardi volvieron a ocupar su lugar alrededor del orbe de la cúpula. La reposición de esos elementos icónicos marcó un hito en el proceso de recuperación, que busca devolver al pabellón su aspecto original. El Ejército, consultado nuevamente por LA NACION, aseguró: “El edificio permanecerá emplazado dentro del predio bajo jurisdicción del Ejército, el cual asumirá la responsabilidad de su conservación, mantenimiento y gestión funcional”.

El valor histórico del Pabellón del Centenario es inseparable de sus orígenes. Fue diseñado por el arquitecto Virginio Colombo para la Exposición Internacional Ferroviaria y de Transportes de 1910, organizada en el contexto de los festejos por los 100 años de la Revolución de Mayo. Se trataba de una construcción moderna para la época, que combinaba hierro y vidrio y que recibió una medalla de oro por su calidad arquitectónica.

De los más de 30 pabellones que se levantaron en esa ocasión, fue el único que se mantuvo en pie. El Ejército recordó: “En el predio delimitado por la Av. Arana, hoy Bullrich, Santa Fe, Gutemberg, hoy Luis María Campos, Dorrego y Vértiz, funcionaba desde 1890 el Cuartel del Maldonado. Con motivo de la Exposición Ferroviaria se construyeron los pabellones de Italia, Inglaterra, Bélgica, Austria, Francia, Norteamérica, Alemania y el Pabellón Central por su ubicación de privilegio. Este —que es el único que aún se conserva— fue obra de Colombo, quien lo diseñó con un sistema combinado de hierro y vidrio”.

El vínculo con la institución militar fue constante a lo largo del siglo XX. Tras la exposición, el Ejército volvió a ocupar el predio y en 1927 comenzó la construcción de nuevos cuarteles que convivieron con el pabellón, conservado por haber sido galardonado en 1910.

Sobre ese valor simbólico, desde la fuerza afirmaron: “El Ejército Argentino, debido a su protagonismo en los orígenes de nuestra Patria y a lo largo de sus 215 años de vida, le asigna un altísimo valor histórico y patrimonial. Indudablemente este monumento representa en forma material la importancia y trascendencia que significaron los festejos del 1er Centenario de la Revolución de Mayo coincidiendo con el 1er Centenario del Ejército”.

Hoy, un año y medio después de la primera visita de LA NACION, el edificio continúa cubierto por andamios y protegido por redes y chapas, mientras un equipo de arquitectos, ingenieros, historiadores y conservadores avanza en la adecuación estructural y la puesta en valor patrimonial.

La normativa vigente establece que, una vez concretada la subasta del terreno vecino, el 65% de la superficie deberá destinarse a espacios verdes y de uso público, mientras que el 35% restante podrá utilizarse para desarrollos urbanos mixtos. El pabellón, excluido de la venta, tendrá que integrarse a ese nuevo entorno. “Los proyectos propuestos para el Pabellón han sido concebidos con una flexibilidad programática y conceptual que busca favorecer su relacionamiento con futuras intervenciones en el entorno”, explicaron fuentes militares.

El destino final del edificio todavía no fue definido de manera oficial. El Ejército adelantó: “Se analizan varias opciones, principalmente para funcionamiento de exposiciones de tipo histórico y cultural abiertas al público, tanto de carácter permanente como temporario”. De esta forma, el proyecto de convertirlo en un espacio abierto a la comunidad comienza a delinearse, aunque su concreción dependerá del avance de la restauración y de la coordinación con los organismos competentes.

En cuanto a la relación con la subasta, la fuerza reiteró a este medio que el pabellón seguirá bajo su órbita: “El edificio permanecerá emplazado dentro del predio bajo jurisdicción del Ejército, el cual asumirá la responsabilidad de su conservación, mantenimiento y gestión funcional”.

Desde Cencosud, la empresa concesionaria, también dieron precisiones a LA NACION: “La restauración del Pabellón del Centenario es una responsabilidad que asumimos desde el inicio de las obras, con el compromiso de devolverle a la ciudad y al país un monumento de enorme valor arquitectónico, histórico y cultural. Esta obra sigue en curso según lo planificado y se completará hasta su término. Una vez finalizada, la definición del uso del Monumento dependerá del Ministerio de Defensa”.

Respecto del estado de la obra, la compañía agregó: “El proyecto avanza de manera sostenida y conforme a lo planificado. La restauración consta de dos fases, actualmente estamos transitando la segunda de ellas y se llevará a cabo hasta su finalización”.

Según explicaron, la primera etapa incluyó el relevamiento histórico y documental, la limpieza y reacondicionamiento interno, la prospección arqueológica y la instalación de andamios y pasarelas. “La segunda, denominada ‘Obra de Restauración’, se lleva adelante con la adecuación estructural integral y la puesta en valor patrimonial del edificio, con especial atención en fachadas, cubiertas, ornamentos y detalles originales. Este proceso se desarrolla en articulación con la Comisión Nacional de Monumentos y Bienes Históricos, el Ministerio de Defensa y el Ejército Argentino”, remarcaron a este medio.