República Argentina: 12:44:18pm

La invasión rusa a Ucrania en 2022 fue la continuación de la tradicional e histórica política expansionista “imperial soviética” que en este siglo se reinicia con la invasión a Georgia en el 2008, y en 2014 con la invasión y apropiación de Crimea; lo que ha provocado hoy una guerra de consecuencias todavía no definidas y con intervención de distintos actores en favor de uno u otro contendiente y el rechazo general de la gran mayoría de las naciones.

La Unión Europea, Inglaterra, EEUU, Canadá, Bielorrusia, Armenia, China, Corea del Norte, Irán, Siria y otros en forma más reservada u oculta, intervienen en esta contienda de una u otra manera; lo que provoca la consabida alarma de posibilidades de una expansión descontrolada, sobre todo ante la amenaza rusa de utilizar sus armas nucleares en caso de ver peligrar sus “intereses vitales” en la región; o sea perder la guerra o no poder cumplir sus objetivos de mantener Crimea y los territorios conquistados de Donsetsk y Lugansk como mínimo.

Ucrania por territorialidad (604.000 Km2), población (38 millones de habitantes) y cultura son y se sienten un país netamente europeo, pese a compartir una raíz étnica eslava con los rusos; recordando que los eslavos son un pueblo originario del Europa del Este, específicamente del norte de Ucrania descendientes de los Chermoles, que donde luego se dispersaron por el resto del continente.

Los rusos y los habitantes de la actual Rusia que llega al Pacífico, en cambio son mitad europeos y mitad asiáticos, principalmente producto de la invasión mongola de Gengis Kan en los principios del siglo XIII y sus descendientes luego de su muerte (1227); y tras la disgregación del Imperio unos años después, quedando un estado denominado la “Horda Dorada”; Los mongoles en su momento ocuparon desde Europa Central  (Polonia y Hungria incluidas) y Oriental hasta el Pacífico y desde Siberia a Mar Caspio y la Mesopotamia. Luego de derrotarlos el expansionismo ruso se dirigió y hacia el este los fue mezclando posteriormente con grupos étnicos que influenciaron en la cultura, la administración y la política rusa. Los ucranianos también fueron invadidos y su capital Kiev fue conquistada en 1240, sin embargo, dueños de un profundo nacionalismo por naturaleza, no fueron influenciados culturalmente en gran forma por la invasión mongola, pese a que estuvieron todavía hasta mediados del Siglo XIV pagando tributos como vasallos de sus príncipes.

Pero el imperialismo mongol dejó sus resabios en la cultura rusa, pese a la derrota que le provoca  IVAN III al Kan Aimed  en la Batalla del rio Ugrá en 1480,  que  los motivó, como dije,  a seguir su expansión hacia el Este, y que siguió con IVAN IV “El terrible”, Primer ZAR de Rusia; que proyectó un proceso histórico de siglos de conquista que llegó hasta los fines de la IIGM a una de sus máximas expresiones; y finalizó temporariamente el 26 de diciembre de 1991 con Mijaíl Gorbachov que reconoce la disolución de la URSS y renuncia como presidente.

Esa disolución de la URSS se produce por años de estancamiento económico producto de la ineficiencia centralizada socialista que queda muy atrás de la economía de mercado de EEUU y Europa. La baja productividad por falta de incentivos, el profundo desabastecimiento y la falta de libertades provocan descontento y protestas que debilitan al gobierno central de Moscú y las repúblicas de esa Unión de Repúblicas Soviéticas comienzan a demandar independencia obligadas por las exigencias populares locales. La famosa “Perestroika” de restructuración y apertura de Gorbachov llegan tarde para evitar las declaraciones de independencia de Ucrania, Georgia y las tres Repúblicas del Báltico. El partido comunista intenta un fallido golpe de estado que en realidad produce una aceleración del proceso con la renuncia del Presidente Gorbachov y la firma del tratado de Belavezha entre Rusia, Georgia y Ucrania que reconoce la independencia de esos estados y la creación de la (CEI) o Comunidad de Estados Independientes con otros estados satélites de la ex URSS.

Hoy quedan integrando la Federación Rusa. además de Rusia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán y como “Observadores” Mongolia y Afganistán, varios poco conocidos por la mayoría y casi sin peso significativo más allá del voto en la ONU y otros organismos.

Pese a todo Sebastopol, ciudad puerto y Capital de Crimea, siguió siendo asiento de la Flota Rusa del Mar Negro que había sido dividida entre Rusia y Ucrania, y pese a que era parte de la República de Ucrania, teniendo un estatus especial; fue desde ese momento el principal foco de tensión entre ambos países, pues Rusia reclamaba su soberanía. Un acuerdo firmado en 1997 permitía a Rusia tener apostada su flota en una base militar propia; pero eso no satisfacía la posición, intereses ni seguridad exigidas por los rusos.

Este breve resumen del expansionismo ruso que llevó varios siglos y tuvo una corta pero importante caída a partir de 1991, volvió con más ímpetu con Boris Yeltsin, primer presidente de la Federación Rusa y su reemplazante Vladimir Putin partir del 2000 con un breve interregno entre 2008/12 que lo dejó un rato a su amigo y subalterno Dmitry Medvedev quedando él como Primer Ministro a cargo de la “batuta”.

Putin es un claro autócrata, abogado y ex miembro del servicio de inteligencia soviético por 16 años donde llegó al grado de Teniente Coronel, al que renunció en 1991 para unirse a la política, secundando al Presidente Boris  Yeltsin a quien puso en el poder; siendo nombrado Director del Servicio Federal de Seguridad, que reemplazó a la famosa KGB donde él había llegado a ser dueño y señor; y a los pocos meses nombrado Primer Ministro hasta llegar a poder manejar todos los hilos políticos y militares de su entorno, para allí si reemplazar como Presidente Interino a Yeltsin cuando este renuncia y posteriormente gana las elecciones; sin duda todo bajo su control bien armado por años. Con las enmiendas constitucionales que hizo aprobar podrá ser Presidente hasta el año 2036 y si le queda vida y no es traicionado, reformas mediante podrá seguir hasta su muerte. Se siente ZAR, trabajó toda la vida para ello y quiere agrandar su “IMPERIO” pasando a ser más GRANDE para la historia que los IVAN, Pedro El Grande, o Catalina II La Grande.

Para ello necesita expandirse y ser conquistador como ellos, por eso invadió Georgia en una guerra rápida de 5 días, entre el 7 y 12 de agosto de 2008 y le arrebato un 20% de su territorio, tomando el valle Kodorí, partes de Abjasia y Osetia del Sur. Siguió con la invasión a Ucrania del 2014 anexándose a la península de Crimea y su capital Sebastopol, sin que en ambos casos occidente (EEUU y Europa fundamentalmente) reaccionaran debidamente, ocupada en sus propios problemas y creyendo que allí terminaba. Putin demostró que con la actual invasión al este de Ucrania va por todo hasta que lo paren. De allí las reacciones de los Países Bálticos, Moldavia, Polonia, Finlandia y Suecia; siendo Europa la que enfrentó con mayor energía y rechazo la invasión y un inicial tímido Baiden (EEUU) que luego tomo conciencia de la seria dimensión del problema.

La OTAN fue creciendo en Europa con la incorporación de varios países que temen y desconfían de Rusia por su casi permanente incumplimiento a pactos y acuerdos; llegando a ser su única “Hipótesis de Conflicto Armado”. Así se incorporaron la República Checa, Hungría y Polonia en 1999, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia en 2004; Albania y Croacia en 2009; Montenegro en 2017; Macedonia del Norte en 2020; Finlandia 2023, y Suecia 2024; estos dos últimos en plana guerra y ante el temor de invasión rusa por el apoyo diplomático y militar a Ucrania.

Hoy EEUU y su presidente Trump están en la encrucijada de una guerra económica con China, Rusia y sus satélites y la amenaza siempre constante de la guerra nuclear, extorción válida cuando la hace un autócrata y ególatra que se cree un “mesiánico guerrero” (espero se acepte el oxímoron) que solo ha aportado como otros tantos supuestos líderes caos, destrucción y muertes.

Putin sabe perfectamente lo que sería perder o no lograr los objetivos fijados en su “Operación Especial” iniciada en febrero de 2022 y que llevaría solo unos días contra Ucrania; sobre todo si a partir de ese mal cálculo y enfrentamiento posterior con la OTAN, especialmente Europa, podría llevarla a perder la península de CRIMEA. Europa se dio cuenta que no reaccionar con la fuerza y determinación necesaria como hicieron en el 2014 con la invasión a la península mencionada o en el 2008 con la invasión rusa a Georgia, sería fatal para su seguridad futura.

Recordemos que hasta 1853 Rusia era un Imperio poderoso y con un vasto territorio producto de su histórica política expansionista, aunque relativamente atrasado respecto a los países occidentales, pues recién empezaba su industrialización, siendo una sociedad básicamente rural. Su disputa era con el Imperio Otomano y tensiones territoriales y de influencia en la zona del Mar Negro y los Balcanes; pero Inglaterra, Francia y Cerdeña veían el peligro de la expansión rusa y que si lo permitían envalentonarían al Zar Nicolas I (muerto en 1855) y su sucesor Alejandro II y su aristocracia militar, por ello apoyan en una coalición a los turcos, venciendo a los rusos en la Guerra de Crimea.

 Putin luego de su fracasada “Operación Especial” que se transformó en una verdadera guerra, sabe que podría pasarle lo mismo. Su principal producción es básicamente petróleo y gas y es una gran productor y exportador de cereales (trigo y cebada). Su importancia en el sector defensa y aeroespacial es muy dependiente de insumos básicos occidentales, más Japón, Corea del Sur y Taiwán; sea directamente o muchas veces a partir de intermediarios, dada ciertas tensiones políticas que regulan ventas y/o transferencias de tecnología avanzada.

Por su parte, y ahora hablemos de Ucrania, desde su independencia en 1991 esta en un proceso de transición política; dejar el comunismo y transformarse en una más clásica democracia europea, y económica hacia el capitalismo y economía del mercado como hizo China y la misma Rusia.

Su principal problema político interno es tratar de unir al sentimiento patriótico de pertenencia del pueblo al estado ucraniano como una verdadera Nación; pues si bien una parte muy importante de su población es esencialmente nacionalista y guarda un histórico resentimiento especial contra Rusia por distintas circunstancias, parte de la región oriental es pro-rusa, producto de las migraciones forzadas rusas por razones geopolíticas y también en forma natural en busca de mejores condiciones de vida.

Durante la Revolución Rusa de 1917 los bolchevíques quieren ocupar Ucrania, pero esta ya tenía sus ideales de Independencia tras la caída del Zar y fin del Imperio, creando la República Popular Ucraniana (UNR) y enfrentándose militarmente, para finalmente ser derrotada en 1921. Pese a los problemas internos, hasta el mismo Lenin que terminó con el sistema político-económico de 300 años con su comunismo marxista, no quería perder territorio, por lo que había que controlar a las poblaciones revoltosos; en esa idea se creó el Consejo de Comisarios del Pueblo con Lenin como Presidente del mismo y máximo dirigente de la URSS; Stalin fue nombrado “Comisario para las Nacionalidades”, nacido en el sur de Rusia Imperial (Georgia) no podía permitir separatistas en esa zona, como el caso de Ucrania.

Posteriormente ya con Stalin en el poder y siguiendo la tradición expansionista rusa manejó con mano de hierro “su” URSS, legada por Lenin. Durante la IIGM, impuso la llamada “colectivización forzosa”  y el famoso “Holodomor” en Ucrania (matar de hambre), cuando Rusia hizo morir de hambre  millones de ucranianos con la excusa de una mejor distribución cerealera en toda Rusia; hecho conocido como el famoso “genocidio u holocausto ucraniano” entre 1932/33.

 La población ucraniana de la zona occidental es de raíces naturalmente europeas; pero una parte de la población, especialmente de la zona oriental, como explique unos párrafos antes, considera a Rusia como su “Madre Patria.

En el 2013 cuando ya estaba muy encaminado el “Acuerdo de Asociación con la Unión Europea” trabajado por varios años, el Presidente Viktor Yanukóvich influenciado y presionado por Rusia; según algunos porque era pro-ruso y otros por la amenaza de Putin de invadir Ucrania, decide rechazar la negociación pro-europea y se producen una serie de largas protestas, denominadas “Euromaidán” o “Revolución de la Dignidad” que terminan en violentas protestas, lo que lleva a la  renuncia y destitución del Presidente por “abandono de sus funciones” refugiándose en Rusia en Febrero de 2014.

En marzo Putin cumple sus hasta ese momento supuestas amenazas e invade Ucrania  tomado  la península de Crimea e inicia las insurrecciones en la Región del Dombas y Lugansk, para que al ser reprimidas justificaran en el futuro su invasión al Oeste Ucraniano, que se cumple en febrero de 2022. Medios independientes europeos informaron de la provisión de armas y personal mercenario (Grupo Wagner) a los separatistas rusos de esas provincias. Mientras tanto promueve un referéndum en Crimea aprobando la anexión y que toda la comunidad internacional (ONU incluida) rechaza por ilegal. EEUU y Europa solo atinan a sanciones económicas.

Las protestas y desordenes en Ucrania que provocaron la renuncia de Yanukóvich provocaron una gran inestabilidad interna con más de cien muertos y tensiones entre el este y oeste ucraniano, que supo fomentar y aprovechar Putin para justificar su invasión a Crimea, objetivo que tenía desde 1991 cuando esta se independizo y Gorbachov disolvió la URSS, luego de la invasión a Crimea en 2014; ante estos hechos y las tibias medidas de occidente, el gobierno ucraniano quiere acelerar la incorporación a la OTAN, amenazada en  su integración territorial ante las  claras intenciones de Rusia que movilizaba fuertes contingentes hacia la frontera ucraniana; mientras considera la represión a las guerrillas y fueras infiltradas rusas en el Dombas y Lugansk, como una guerra contra la población rusa de esas provincias u “oblasts” ucranianas.

Sin duda no puede negarse la intervención estadounidense en apoyo a Ucrania en sus intenciones de asociarse a la Unión Europea e integrarse a la OTAN; pero tampoco puede ignorarse que los países del este de Europa ya mencionados en su incorporación a la OTAN de 1999 a 2020 con Macedonia como último, sentían la clara presión del imperialismo ruso y las conocidas y manifiestas intenciones de Putin de recrear en la nueva Confederación Rusa, a la potencia mundial que era la URSS hasta fines del Siglo XX en ese claro JUEGO DE SUMA CERO (lo que gana uno es lo que pierde el otro).

Pese a todo lo que se diga, EEUU y la OTAN no tenían ningún apuro en cerrar el cerco de seguridad europeo incorporando a Ucrania, pues con el ingreso de Turquía y Grecia en 1952 y los mencionados a partir de 1999 era suficiente, sin necesidad de provocar reacciones esperables de Putin. El problema era que la incorporación de Ucrania a la Comunidad Económica Europea significaba de hecho el paso siguiente de ingreso a la OTAN. Pero la geopolítica a veces tiene mejores argumentos, defensores e impulsores que las estrategias político-militares y los hechos se aceleran peligrosamente sin ventajas visibles para la OTAN (Europa y EEUU). Hasta la propia Rusia pierde en este juego, pues su operación especial de pocos días, se alarga en el tiempo y tanto Finlandia como Suecia se ven obligadas a involucrarse en el conflicto y terminan rápidamente dentro de la OTAN, cerrándoles militarmente la salida del Báltico en caso de guerra.

La geopolítica mundial, luego de la II Gran Guerra del Siglo XX se había acomodado con sus nuevos límites y la consolidación de la ONU en reemplazo de la Sociedad de las Naciones, surgiendo EEUU y Rusia como las dos principales potencias mundiales, ante una Europa destrozada y una China con una guerra interna y Siglos de atraso económico y fundamentalmente de desarrollo industrial; pero “mágicamente” esos Siglos, se transforman  en tres décadas, y para 1978 se inician reformas económicas que se van profundizando y se encaminan rápidamente hacia una economía de mercado (capitalismo social??), y en el año 2010 se trasforma en la segunda economía mundial superando a la Unión Europea y en 4 años, 2014 llega a primera economía en su PBI-PPA según el Banco Mundial y el FMI. En ese período cuatro líderes comandaron el cambio Deng Xiaoping, Jiang Zeming, Hu Jintao y Xi Jimping desde el 2013.

Bielorrusia, Corea del Norte e Irán son los principales aliados rusos, con varios otros de menor importancia estratégica, que solo hacen valer su voto de apoyo en organismos internacionales o regionales.

A futuro, la reunión de Trump con Putin en Alaska parece no haber tenido resultados positivos, pues no pudieron lograr siquiera un acuerdo de “alto el fuego” requerido por Ucrania y sus aliados europeos; y parece que el líder ruso dejó expresa constancia que no piensa por ningún motivo entregar Crimea; pues sabe que eso sería su Waterloo y deberá negociar algo de los territorios del este Ucraniano para no dejar en cero o sin resultados positivos una guerra de 3 años, con miles de muertos de ambos lados, pero especialmente rusos.

Por otro lado, Ucrania que estaba resuelta a “soportar ese estatus de no reconocimiento” de la invasión a Crimea y su soberanía rusa”, reforzó ahora su posición con el apoyo de los líderes europeos y su parlamento colectivo; que no desean dar por sentado que no pueden permitirse bajo ningún concepto cambios de límites y/o fronteras por la fuerza de las armas; sobre todo porque Rusia demostró que no respeta tratados.

Estimo personalmente, aunque es imprudente hacer futurología en situaciones geoestratégicas tan dinámicas, que el reconocimiento de la soberanía rusa sobre Sebastopol y parte importante de la península de Crimea o su totalidad; sin duda será carta de negociación; y quizás algún intercambio de territorio en la región este; con un “alto el fuego o “armisticio” que se prolongue un tiempo prudencial, hasta la firma y aceptación legislativa, que servirá para calmar ánimos de las poblaciones involucradas y los sectores militares, sobre todo rusos.

Tampoco hay una alianza estratégica entre Rusia y China, el actual apoyo es solo mantener el equilibrio con EEUU y Europa y evitar que Rusia se sienta acorralada y sin aliados políticos; pero ambas ( y solo debe ser una) quieren liderar el hemisferio oriental Asia-Pacífico y tienen, sobre todo cuentas pendientes entre ellas, por viejos problemas limítrofes como los territorios perdidos de los valles de Amuer y Ussuri y regiones al norte de los ríos Lli Khokand y Amur; que llegó incluso a enfrentamientos armados en 1969 y que China considera injustamente perdidos por acuerdos desiguales y presiones militares durante muchos años, y que representan más de 3 millones de Km2. China mantiene latente esos reclamos pues tiene problemas limítrofes más serios con su principal rival regional, la India, en Cachemira y Mongolia; pero no se olvida de Rusia.

Por otro lado, deberá quedar firme un compromiso sobre quienes se harán cargo a futuro de la reconstrucción de Ucrania en su infraestructura edilicia, servicios, red ferroviaria y carreteras, etc; aunque esto será como siempre un gran negocio para las empresas contratistas, especialmente occidentales, algunas rusas y fuerte apoyo de los capitales árabes que no perderán un prolongado negocio; situación que confrontará con la reconstrucción de Palestina. Por esto, Haití y África pueden olvidarse nuevamente de sus esperadas inversiones para el crecimiento sostenido.

La Federación Rusa, pese a sus intenciones de gran potencia, quedará cómodamente instalada en tercer lugar, y eso solo gracias a su amenazante y real poderío nuclear, detrás de EEUU y China; con una Europa a la que a pesar del Brexit concretado en el 2020 por Inglaterra sigue siendo una economía determinante; a la que se suma en esta pelea de liderazgos la India, como un muy cercano y futuro gran jugador de este ajedrez geopolítico.

De allí que se crean alianzas, zonas de influencia y asociaciones,  como la CEE, el Mercosur, Alca, BRICS, Grupo Andino, la ASEAM (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), la RCEP ( Asociación Económica Integral) en la zona Asia-Pacífico, etc; donde todos los países del mundo buscan; para asegurarse beneficios que solo pueden producir la unión de intereses políticos y económicos.

Si el que esto escribe tuviera alguna injerencia o participación en los asesoramientos para la toma de decisiones de los aliados occidentales, propondría lo siguiente: 1ro. Levantar la moral del pueblo y las FFAA ucranianas para evitar se sientan abandonados a su suerte y pensaran en un acuerdo dañino a su soberanía; para lo cual debería: hacerse dos cosas a) Proveer a Ucrania de un “escudo antiaéreo” similar al facilitado por EEUU a Israel, para limitar el gran daño que provoca en las ciudades y población los misiles y drones rusos, y b) equipar al ejército ucraniano de armamento de mediano alcance para evitar el avance ruso y llevarlo a un estancamiento como la pasada “Guerra de Trincheras” en la IIGM o a retroceder hacia el este., aunque sea lentamente. 2do: Dejar en claro que tanto EEUU como Europa están decididos a sostener el esfuerzo económico necesario para evitar un triunfo de Rusia y asegurar de esa forma que los actuales límites no serán nunca más sobrepasados hacia el este europeo, poniéndole un claro y final límite a su histórico expansionismo. Económicamente Rusia esta mucho más limitada para una confrontación de este tipo. 3ro: a) La prolongación del conflicto, así sea de baja intensidad minará exponencialmente la moral rusa y fortalecerá a Ucrania y Europa (indirectamente la OTAN) y b) Fomentar por todos los medios disponibles de comunicación internacionales, en especial redes sociales, incluyendo aquellas no convencionales; del fracaso de Putin, del daño al prestigio nacional, muertos innecesarios en una guerra estancada o una derrota en el cumplimiento de los objetivos triunfalistas, pérdida de material militar, y una demostración del fracaso de las estrategias militares y planeamiento estratégico ruso; todo alentando un cambio de líderes gubernamentales rusos, donde sin duda muchos ya estarán cansados del autócrata actual y sus secuaces, Quien puede dudar que hay políticos, intelectuales, juventud, minorías étnicas  y marginados ( homosexuales por ejemplo),  miles de familias víctimas de esta guerra que demostró su fracaso e inutilidad y líderes dispuestos a tomar el lugar de Putin después de más de 25 años en el poder, como ministro y Jefe de la KJB de Yeltsin y luego como “capo de tuti li capi”, todo “por el bien de Rusia”, al igual que casi la totalidad de los políticos del mundo.

En la mayoría de las democracias occidentales y del oriente progresista, los cambios se dan naturalmente por medio de elecciones cuando los gobiernos no cumplen sus objetivos o fracasan; en Rusia siempre fue por revoluciones, traiciones, atentados, envenenamiento (método preferido por Stalin y Putin) o confabulaciones corporativas de militares, aristocracia (hoy económica), etc, pero “el pueblo no delibera ni gobierna” siquiera para elegir sus representantes, que son puestos por el dedo de la oligarquía política del “partido único” comunista.   

Muchos pensaran como es que yo opine que la guerra continúe, lo que significa “sangre, sudor y lágrimas” como dijo Churchill en su famoso discurso; pues lágrimas significan muertes y dolor. Pues, creo que hay muchas opciones para negociar con Putin y su “troika” la paz con Ucrania, todas cediendo territorio y la soberanía política de decidir su futuro europeo y de defensa; pero muy pocas para frenarlo en su ambición expansionista (en este siglo Georgia, Crimea y ahora el este ucraniano) por su permanente amenaza extorsiva de utilización de las armas nucleares. Frenarlo es obligarlo a renunciar o que los propios rusos lo echen del poder para oxigenar el gobierno, por su propio bien, de la región y el mundo. Para eso debe fracasar en esta tercera y nueva invasión, que sin duda no será la última si no se los detiene.

 Muchos pensaran como es que yo opine que la guerra continúe, lo que significa “sangre, sudor y lágrimas” como dijo Churchill en su famoso discurso; pues lágrimas significan muertes y dolor. Pues, creo que hay muchas opciones para negociar con Putin y su “troika” la paz con Ucrania, todas cediendo territorio y la soberanía política de decidir su futuro europeo y de defensa; pero muy pocas para frenarlo en su ambición expansionista (en este siglo Georgia, Crimea y ahora el este ucraniano) por su permanente amenaza extorsiva de utilización de las armas nucleares. Frenarlo es obligarlo a renunciar o que los propios rusos lo echen del poder para oxigenar el gobierno, por su propio bien, de la región y el mundo. Para eso debe fracasar en esta tercera y nueva invasión, que sin duda no será la última si no se los detiene.

19/08/2025                                              

 Fernando Héctor Rebour

Comandante Mayor (R) GNA

Profesor / Licenciado en RR. II.