República Argentina: 11:43:53am

Por General de División (R) Gustavo Motta publicado por www.pucara.org

En los días que corren, las noticias suelen abordar el tema de las capacidades de la defensa disponibles y necesarias de los estados para enfrentar escenarios complejos, volátiles, inciertos y ambiguos.

Muestras de ello son las capacidades israelíes que exhiben tecnología, experiencia y conocimiento. O las rusas y ucranianas, las primeras basadas en una gran superioridad numérica y volumen de fuego y, las segundas, que despliegan permanentes innovaciones y capacidad de adaptación en un escenario asimétrico.

Pero la temática de las capacidades militares no se agota en las guerras actuales. El cambio climático altera los recursos disponibles y modifica las dinámicas de seguridad estatal. La competencia por los recursos genera conflictos, migraciones, plantea amenazas nuevas y potencia las disputas geopolíticas globales. Un ejemplo, puede ser el rápido derretimiento del hielo del Ártico que abre rutas marítimas y el acceso a recursos energéticos no explotados, aumentando la competencia estratégica entre los países. Podríamos hacer un paralelismo a los desafíos futuros para el continente antártico, la Patagonia y los mares del sur.

El campo tecnológico es otro “driver” importante a considerar. La disponibilidad de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial (IA), los sistemas autónomos y las tecnologías cuánticas, otorga grandes ventajas a quien las posea; son transformadoras del mundo y de las capacidades de defensa. Su impacto es muy disruptivo y afecta las estrategias de seguridad nacional de cada país. Un ejemplo a citar puede ser, el “Acelerador de Innovación de Defensa de la OTAN”, conocido como DIANA [1], que integra al sector público y privado, el mundo académico y la sociedad civil, para desarrollar y adoptar nuevas tecnologías; hasta ofrece subvenciones de 115.000 dólares estadounidenses para participar en programas diseñados para acelerar la introducción de nuevas tecnologías.

Este planteo, hace reflexionar sobre la necesidad de conocer el alcance y las implicancias de las capacidades de defensa y militares a desarrollar y poseer en el corto, mediano o largo plazo. Su consideración es transversal a todos los sectores de un estado con un enfoque integral que es algo que no solo debería preocupar a los especialistas militares y civiles.

Una pregunta que se suele hacer sobre esta temática es adonde se encuentran fuentes sobre las capacidades de defensa y militares de un país. Un sinnúmero de publicaciones internacionales y nacionales, sitios web, rankings de poder militar y trabajos académicos, abordan este campo. Una fuente de consulta ineludible para entrar en el asunto, para el nivel político-estratégico nacional, lo constituyen las orientaciones y directivas estratégicas de seguridad nacional y de defensa de un estado. Un par de ejemplos pueden ser de utilidad. El Departamento de Defensa de los EE. UU. está trabajando en la estrategia de defensa de ese país que, según las fuentes especializadas, abordarán las prioridades asignadas por la actual administración. Asimismo, en junio de este año, Gran Bretaña publicó su Estrategia de Seguridad Nacional, la que fue titulada “Seguridad para los británicos en un Mundo Peligroso” (“Security for the British People in a Dangerous World”). Este documento de alto nivel enfatiza el esfuerzo nacional colectivo e integral para fortalecer la seguridad nacional.

En nuestro país, también se ha abordado el asunto de las capacidades de defensa y militares a disponer o desarrollar para atender escenarios actuales y futuros. Las directivas de la defensa nacional son un claro ejemplo. La directiva de defensa de 2009 (decreto 1714), menciona el término capacidades más de 30 veces para referirse al proceso de planeamiento y la identificación de aquellas a mantener, incorporar y eliminar. El decreto de 2014 (2645) lo incluye más de 60 veces y apunta a concluir el diseño de un Instrumento Militar “moderno”. La correspondiente a 2018 (decreto 703), menciona el término más de 30 veces y, la directiva de 2021 (decreto 457) lo hace 80 veces. De sus análisis se podrían extraer muchas lecciones. Se destacan dos. Todos son sólo documentos sectoriales de la defensa y no integran a todo el estado, lo cual limita significativamente una visión integral de los desafíos a enfrentar. Vale aclarar que los países más modernos en la materia publican una estrategia de seguridad nacional [2] de la que se deriva una estrategia particular de defensa. La segunda es que ninguna de las directivas de la defensa tuvo su correlato en materia presupuestaria, lo cual afecta la ejecución de innovación y modernización.  

Un área difícil de medir es aquella asociada a los intangibles de una fuerza militar sea, en términos de conocimiento, experiencia, adiestramiento, etc. La “moral” de las tropas es esencial para cualquier fuerza armada. Clausewitz en su obra “De la Guerra” (Libro Tercero Capítulo 3) dice que los factores morales constituyen la cuestión más importante de la guerra.

Forman el espíritu que penetra hasta en el último detalle de ella y los que primero se unen con estrecha afinidad a la voluntad, que dirige y pone en movimiento toda la masa de las fuerzas, formando, por decirlo así, unidad con ella, que, a su vez también es factor moral. Desgraciadamente estos agentes escapan a todo saber extraído de los libros, porque no se dejan traducir en cifras, ni agrupar en clases, y requieren ser vistos y sentidos (von Clausewitz, 2021).

Otro aspecto a considerar es la disponibilidad de una capacidad militar “suficiente”, es decir la que conlleva estar en aptitud para hacer frente a la incertidumbre que plantea el nivel político y estratégico, en forma permanente. Es decir, que excede el empleo efectivo de la fuerza. La disuasión hace desistir de sus planes a cualquier actor cuando el costo de lo que desea es elevado. Las capacidades permiten cooperar también con los socios de interés, atento a que nadie coopera con quien nada puede ofrecer. Asimismo, facilita la disponibilidad de una capacidad, permite llegar a lugares inhóspitos, ocupar y controlar los espacios nacionales vacíos, alejados y, también, ayudar al que más lo necesita ante la presencia emergencias y desastres naturales.

También se suele indagar en cómo se evalúan las capacidades militares de un país. Al respecto, existen variadas formas; algunas abordan la totalidad de las capacidades militares y otras alguna área en particular, como puede ser la capacidad cibernética o de blindados, etc.; o pueden tomar diferentes denominaciones como alternativa a capacidades, como “poder de combate”, “poder militar”, etc.

Sistema de Generación por Niveles

Desarrollado por el Global Institute of National Capability (GINC). Clasifica los activos militares por generación tecnológica desde el Nivel 1 al 5 (primera a quinta generación). El Nivel 1 (Élite) abarca las potencias globales con tecnología de vanguardia, grandes presupuestos y proyección de poder. El Nivel 2 (Avanzado) incluye las fuerzas regionalmente dominantes, con equipos modernos y capacidad operacional significativa, pero con alcance global limitado. El siguiente Nivel 3 (Moderado) abarca las fuerzas capaces de realizar operaciones defensivas limitadas y desempeñar funciones especializadas, como puede ser guerra asimétrica, operaciones de paz, etc. Sus limitaciones están asociadas al equipamiento más obsoleto y al presupuesto limitado. El Nivel 4 (Básico) es el de las capacidades mínimas. Se puede limitar a realizar una defensa muy básica o la seguridad interna. Y, el 5 (insignificante) a fuerzas con poca o ninguna capacidad de combate moderna.

Global Firepower Military Strength Rankings

Evalúa las capacidades militares de 145 naciones mediante un “Power Index (PwrIndx)” de más de 60 factores. Incluyen la capacidad bélica potencial terrestre, marítima y aérea para medios convencionales (personal, equipos, estabilidad financiera, capacidades logísticas y consideraciones geográficas). Aplica una fórmula única y propia con bonificaciones y penalizaciones para equilibrar las disparidades. La puntuación más baja indica una mayor capacidad militar, siendo 0,0000 teóricamente perfecto.

DOTMLPF

Es, más que una medición o evaluación, un método que sirve al planeamiento y diseño de capacidades. El conocido DOTMLPF (Doctrina, Organización, Adiestramiento, Material, Liderazgo y Educación, Personal e Infraestructura) o MIRILADO, permite tomar un área de capacidad y analizarla detalladamente. Por ejemplo, para la evaluación de la “Organización”, contemplar variados aspectos como la estructura de comando y las organizaciones de los elementos militares, que se encuentren disponibles para diferentes ambientes geográficos, funciones, tareas y desglosar sus capacidades.

Military Balance

Es un método desarrollado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS). Evalúa las capacidades militares a través de la reunión de datos de los inventarios de las fuerzas armadas de un país. Se publica anualmente en el “Military Balance” que reúne a más de 170 países. Toma factores cuantitativos como el personal activo y aquel de reserva, equipamiento y presupuestos de defensa. Incluye algunos factores de orden cualitativo, lo que permite al lector extraer conclusiones importantes.

Capability-Based Assessment (CBA)

El Sistema de Integración y Desarrollo de Capacidades Conjuntas (JCIDS) es el proceso formal del Departamento de Defensa de EEUU para definir los requisitos de adquisición y los criterios de evaluación para futuros programas de defensa. Permite apoyar al Jefe del Estado Mayor Conjunto (CJCS) y al Consejo de Supervisión de Requisitos Conjuntos (JROC) en la identificación, evaluación y priorización de las necesidades de capacidades militares conjuntas. No es un método de evaluación per se, pero ayuda a identificar las capacidades requeridas al identificar requisitos y debilidades en términos de capacidades.

Se aclara que en nuestro país también se realiza un proceso de evaluación de proyectos en forma similar.

 Al respecto de la tabla presentada, el sitio Global Firepower Military Strength Rankings coloca a nuestro país en el lugar Posición 33.º con un Power Index de 0,6013. Por otra parte, habiendo sido consultada la IA sobre el método de medición de capacidades del Global Institute of National Capability, ubicó al país en el Nivel 3 (moderado).

Unas breves consideraciones finales

Para tener una capacidad es imprescindible contar con una firme decisión política y respaldo presupuestario. La adquisición de los aviones F-16 es un ejemplo de ello. La defensa es una inversión asociada a la supervivencia de un estado. No solo incluye el “hardware”; es un sistema que incorpora factores de personal, infraestructura, sostenimiento, por nombrar solo algunos. Por otra parte, nadie se prepara para enfrentar todos los escenarios, ni para todas las crisis. Si bien el futuro no ocurrió, hay que estar preparados. Contar con una capacidad de anticipación estratégica que apoye el proceso de toma de decisiones en forma confiable, segura, precisa y permanente, es clave para no caer “fuera del rango” de probabilidades y malgastar los recursos.   

En síntesis, la disponibilidad de capacidades de defensa otorga a los órganos más elevados de decisión las herramientas contribuyentes a la política del estado. Amplían las opciones estratégicas a disposición y otorgan mayor libertad de acción para responder eficazmente ante escenarios de cualquier índole que se puedan presentar. Los proyectos de cazas de combate, submarinos, blindados, medios de vigilancia y control de espacios son elementos básicos para una panoplia de opciones defensivas que apuntan a mejorar las propias capacidades para servir a la Patria.

[1] Defence Innovation Accelerator for the North Atlantic

[2] Término muy usado en todo el mundo, pero en la región “demonizado”.