Su adhesión a las palabras del
arzobispo de Buenos Aires y su llamado a superar la
violencia verbal y el odio son indispensables en una
nación herida por la descalificación permanente y el
debilitamiento de los lazos sociales. No obstante,
con el mismo espíritu de unidad y reconstrucción
moral que inspira su mensaje, consideramos
necesario señalar que toda genuina reconciliación
nacional exige prudencia, como icono de la verdad y
la justicia, que conlleve al reconocimiento pleno del
sufrimiento de todas las víctimas. En ese sentido, la
reparación de los ciudadanos que padecieron la
violencia terrorista en nuestro país continúa siendo
una deuda pendiente del Estado argentino. Entre las
décadas de 1960 y 1980, más de 17.000
compatriotas fueron secuestrados, mutilados o
asesinados por organizaciones armadas que
intentaron imponer su ideología mediante el uso de
la fuerza. Muchas de esas víctimas aún permanecen
sin nombre en los registros, sin justicia en los
tribunales y sin un reconocimiento institucional que
repare el daño sufrido. No puede haber una
verdadera unidad nacional si se continúa ignorando
o relativizando su condición de víctimas. Por eso,
reafirmamos que la unión de los argentinos no podrá
alcanzarse si se siguen excluyendo memorias y
negando verdades. La reparación de las víctimas del
terrorismo, como lo ha expresado recientemente el
obispo castrense y lo propone el diputado López
Murphy en su proyecto de ley, es una afirmación del
principio de igualdad consagrado por la Constitución.
Reconocer este dolor es también reconocer el valor
de toda vida humana, y recordarnos que las víctimas
no tienen ideología ni pueden ser objeto de
categorías morales. Mucho menos pueden quedar
excluidas de la protección igualitaria de la ley.
Sería deseable que referentes de trayectoria
democrática como el diputado Cobos,
comprometidos con la paz y la convivencia, también
acompañen públicamente este proceso de
reparación histórica. La memoria completa no divide:
al contrario, fortalece el tejido social cuando se
asume con honestidad y sin rencores. En este
sentido, el tratamiento del proyecto de ley que
propone el reconocimiento y la reparación a todas
las víctimas del terrorismo nos interpela como
sociedad y debería conducirnos a un debate serio,
sin agravios, donde se expongan argumentos
fundados en la verdad, orientados al cumplimiento
del mandato constitucional de igualdad ante la ley y
a la consecuente obtención de justicia. Su eventual
sanción marcará un antes y un después en el
camino hacia una Argentina reconciliada consigo
misma, donde nadie quede excluido del derecho a la
verdad, la justicia y la dignidad.