República Argentina: 5:53:55pm

Por Mariano De Vedia publicado en www.lanacion.com.ar

El acercamiento de la conducción de Montoneros a la causa palestina, en la segunda mitad de la década del 70, se fortaleció en momentos en que decrecía su poder de fuego y violencia en la Argentina. La foto de los líderes Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja con Yasser Arafat, jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), reflejó la existencia de una red de conexiones que incluía el entrenamiento militar de guerrilleros en ciudades árabes.

El resultado de ese acuerdo se puso a prueba en la llamada Contraofensiva, la sucesión de atentados perpetrados en el país tras el ingreso clandestino de militantes al país en la primavera de 1979 y los primeros meses de en 1980, a un alto costo para la organización guerrillera.

El vínculo entre Montoneros y las organizaciones palestinas se extendía al brazo armado Al Fatah, que lideraba Abu Jihad, cuyo nombre verdadero era Khalil al Wazir. Lo explicó en 2018 el exlíder montonero Roberto Cirilo Perdía –fallecido el 20 de marzo pasado- en una entrevista con Pablo Robledo para el libro “Montoneros y Palestina. De la revolución a la dictadura”, publicado por Planeta.

“Como fuerza guerrillera que éramos teníamos en el tema palestino un punto de referencia permanente. Durante buena parte de la década de los 70 Al Fatah era reconocido como el movimiento guerrillero más importante del mundo. Y nosotros, en ese ranking, teníamos un rango o reconocimiento también interesante”, describió Perdía en ese relato.

Así acercaron posiciones ambas organizaciones dedicadas a “la vieja lucha antiimperialista” y la reivindicación de la causa árabe.

En una denuncia presentada ante los tribunales en noviembre de 2021, como ampliación del pedido de reapertura de la causa por la bomba que causó 24 muertos en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía, la Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia pidió que se investigue si esa alianza con organizaciones árabes era una prueba de la conexión con un Estado extranjero y su designio terrorista.

El abogado Ricardo Saint Jean, que interpuso la demanda, tomó como fuente de su presentación la publicación de Robledo, auspiciado por la Agencia Paco Urondo, y el libro “Montoneros, conexión local de los atentados a la embajada de Israel y la AMIA”, de George Chaya, que detalla el entrenamiento y la conexión de los líderes de montoneros con Al Fatah y “cómo se siguió cultivando en el tiempo”.

Sintonía con Palestina

La denuncia señalaba que la escuela de cuadros de Montoneros, dependiente del Comando Táctico, se ocupaba de la formación de los grupos TEA (tropas especiales de agitación) y TEI (tropas especiales de infantería). En referencia a estos últimos, se advertía que “estaban entrenados en técnicas de tiro, explosivos y táctica militar, adiestrados en campos de instrucción situados en Beirut (Líbano) y Tahl (Siria), en virtud de convenios celebrados entre Montoneros y Al Fatah en 1978″.

En su relato, Perdía detallaba la sintonía de los jefes guerrilleros con las organizaciones árabes, entre ellas Al Fatah, con la que encontraban coincidencias –revela- por su carácter “movimintista y policlasista”. El vínculo se intensificó a partir de 1977, con la retirada al exterior de los principales dirigentes montoneros.

“Para Montoneros no significaba ningún tipo de contradicción el apoyo a la causa palestina. Ni contradicción con el peronismo, ni contradicción con la lucha antiimperialista, ni contradicción con la izquierda. En absoluto. Todo se integraba perfectamente y se encaminaba en la misma dirección, de modo tal que no había ningún tipo de dificultades”.

El acercamiento con agrupaciones palestinas que combatían a Israel y se movían en escenarios de violencia generó vierto malestar o contradicciones en militantes de origen judío que se habían incorporado a la lucha armada, especialmente en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), integradas a los Montoneros en 1973.

La relación entre Montoneros y la causa palestina avanzó y el mayor símbolo de esa sintonía fue la foto entre Firmenich, Arafat y Vaca Narvaja, que estaba a cargo de las relaciones internacionales de la organización guerrillera. Una imagen tomada en Beirut y que trasluce una relación de confianza.

Campos de entrenamiento

Varias fuentes coinciden en que el acuerdo político-militar entre las organizaciones contemplaba el ofrecimiento de Al Fatha para utilizar campos de entrenamiento en las ciudades libanesas de Damour y Sidón, en Líbano, y en las cercanías de Damasco, la capital de Siria, con instructores y armas soviéticas. Como contrapartida, Montoneros instaló una fábrica de explosivos plásticos. La preparación había comenzado antes, con prácticas en Cuba, Libia, México y España.

Así, entre 1979 y 1980, unos 200 combatientes de la organización guerrillera volvieron al país para la Contraofensiva. Perpetraron atentados, principalmente contra el gabinete económico del ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz. Una poderosa bomba destruyó la vivienda de Guillermo Walter Klein y su familia, una célula guerrillera intentó matar a tiros a Juan Alemann y u otro grupo acribilló al empresario Francisco Soldati, en avenida 9 de Julio y Arenales.

El incendio de un guardamuebles en el barrio de Belgrano, a fines de diciembre de 1979, donde detonaron explosivos por las armas que los montoneros habían mantenido allí ocultos, alertó a las Fuerzas Armadas, que desplegaron una red de inspecciones y controles que llevaron a desarticular a la organización en los primeros meses de 1980.

El saldo de la Contraofensiva fue negativo para la organización guerrillera, cuyos principales dirigentes permanecían en el exterior. Se estima que más de 80 atacantes fueron muertos por los militares. Tras ser extraditado desde Brasil, durante el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín, Mario Firmenich fue condenado por estos hechos y permaneció siete años preso, hasta que fue indultado por el presidente Carlos Menem.

 


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